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Decisiones en un mundo complejo: una mirada sistémica

El camino comienza bajo nuestros pies
El camino comienza bajo nuestros pies

Tomar decisiones nunca es un proceso simple. A veces creemos que basta con pensar de manera racional, hacer una lista de pros y contras, y elegir. Sin embargo, en la práctica, las decisiones importantes —sobre nuestra vida, nuestras relaciones o nuestro camino profesional— siempre ocurren dentro de un sistema más amplio: nuestra familia, la organización en la que trabajamos, la sociedad y hasta los contextos históricos que habitamos.


Un artículo académico reciente de

(2020) propone mirar la toma de decisiones desde una perspectiva sistémica y coevolutiva. Esto significa entender que cada decisión no es un acto aislado, sino un proceso que ocurre en interacción constante con el entorno. Estamos influenciados por la retroalimentación de lo que nos rodea, por las historias que repetimos, por las fuerzas visibles e invisibles que nos sostienen o limitan.


El viaje de decidir: más que elegir una opción

Según Adinolfi, decidir no es solo un “momento puntual” sino un camino de aprendizaje. Cada elección se transforma en una experiencia que nos modifica, y al mismo tiempo modifica el sistema del que formamos parte. Así, la decisión es parte de un viaje en el que intuición y razón se entrelazan, a veces de manera complementaria, a veces contradictoria.

Desde la teoría de la complejidad, se propone que las decisiones se mueven entre el orden y el desorden, entre lo que podemos calcular y lo que solo podemos sentir. Lo interesante es que ambos planos son necesarios: la mente racional y la percepción intuitiva trabajan juntas, aunque no siempre lo entendamos de inmediato.


Mirar la “gran foto” antes de decidir

La investigación muestra que uno de los grandes desafíos es aprender a ver el big picture, la gran foto de lo que está en juego. Desde la mirada sistémica, antes de elegir conviene preguntarse:

  • ¿Esta decisión me conecta con la vida o me aleja de ella?

  • ¿Pertenece verdaderamente a mi camino o estoy repitiendo un destino ajeno?

  • ¿Al imaginar esta decisión siento paz y fuerza, o siento que me debilita?


Estas preguntas nos ayudan a hacer un zoom out: mirar el contexto, los hilos invisibles, los vínculos que sostienen la situación. Solo después podemos volver a hacer un zoom in, para encontrar el lugar más apropiado desde donde actuar.


Una conclusión abierta

Lo más valioso de este enfoque es que nos recuerda que decidir es un proceso en movimiento, nunca acabado. Cada paso abre nuevas preguntas, nuevos aprendizajes y nuevas posibilidades de transformación. Como señala Adinolfi (2020), más que la llegada, lo importante es el viaje.


Referencia

Adinolfi, P. (2020). A journey around decision-making: Searching for the “big picture” across disciplines. European Management Journal, 38(6), 857–872. https://doi.org/10.1016/j.emj.2020.06.003

 
 
 

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